Un adolescente italiano con zapatillas, jeans y campera fue el modelo de joven católico contemporáneo elegido por el papa Francisco. El fallecido Pontífice había beatificado a Carlo Acutis y se proponía canonizarlo este domingo. La ceremonia quedó suspendida y a la espera de los designios del nuevo papado. Acutis había muerto a los 15 años, en 2006, a causa de una leucemia fulminante, pero en ese breve tiempo dejó una huella tan profunda que El Vaticano no dudó en considerarlo un ejemplo de vida cristiana para la juventud del siglo XXI.

Acutis es el primer beato que nació y vivió completamente inmerso en la cultura digital. Su historia conmueve no sólo por su fe, sino por cómo utilizó internet para transmitir valores, construir comunidad y ayudar a los demás. Desde sitios web dedicados a los milagros eucarísticos hasta redes que conectaban parroquias en todo el mundo, el joven se convirtió en un evangelizador online full time.

Un influencer de la fe con legado global

La beatificación, que es el paso previo a la canonización, tuvo lugar en octubre de 2020 y congregó a más de 3.000 personas en la ciudad de San Francisco de Asís. Durante la ceremonia, se presentó una reliquia con el corazón del joven, una parte del cuerpo que la Iglesia considera sagrada por simbolizar su entrega espiritual. Su cuerpo, tratado con técnicas de conservación y expuesto con una máscara de silicona, puede verse en una vitrina dentro del convento franciscano hasta hoy.

Carlo nació en Londres en 1991, pero creció en Milán. Desde pequeño cultivó unas poco comunes espiritualidad, y sensibilidad hacia los pobres y marginados. Según su madre, Antonia Salzano, tenía el hábito de compartir su cena con personas en situación de calle y de ahorrar para donar alimentos. Además, dedicaba horas a programar y diseñar sitios web para difundir el catolicismo en una época en la que eso no era habitual entre los chicos de su edad.

La rapidez con la que se llevó a cabo su beatificación también es notable: sólo habían pasado 14 años desde su fallecimiento. Para El Vaticano, el testimonio de Carlo era urgente y necesario, en un contexto donde los adolescentes enfrentan desafíos como la desconexión, la soledad y el uso superficial de la tecnología. El papa Francisco lo mencionó incluso en su exhortación Christus Vivit, donde lo describió como “creativo y genial” en su misión evangelizadora en la red.

JUVENTUD Y ESPIRITUALIDAD. Carlo Acutis fue beatificado en Asís y es considerado el primer “influencer santo” por su uso de internet para evangelizar y ayudar a los demás. / ARCHIVO LA GACETA

El reconocimiento eclesiástico se concretó luego de que se le atribuyera un milagro: la curación instantánea de un niño brasileño con una grave anomalía pancreática. El hecho ocurrió en 2013, cuando la familia del menor rezó por la intercesión del joven italiano. Al tercer día de tener contacto con una de sus reliquias, el niño se recuperó de forma inexplicable. “Es un milagro de segundo grado”, explicó su madre, en referencia a los criterios de El Vaticano para aceptar fenómenos sobrenaturales.

Más allá del milagro, su figura tiene un magnetismo especial. Para el obispo de Asís, Domenico Sorrentino, “la atracción que ejerce Carlo recuerda a la que provocaba San Francisco en su tiempo”. No se trata de una comparación menor: fue precisamente en honor a ese santo que Jorge Bergoglio eligió su nombre como Papa. Y fue también en esa ciudad donde decidió oficializar el reconocimiento del joven como beato.

Carlo no sólo es admirado por su fe, sino por su visión del mundo. Su frase más recordada es "la Eucaristía es mi autopista al cielo". En su existencia breve, trató de mostrar que la espiritualidad y la tecnología no están reñidas, sino que pueden coexistir si se usan con conciencia. Su historia interpela especialmente a las nuevas generaciones, acostumbradas a la inmediatez de las redes y muchas veces desconectadas de un sentido profundo de la vida.

La Iglesia no descarta que Acutis se convierta en el “patrono de internet”, aunque por ahora su título oficial es el de beato. Su legado sigue creciendo, y cada vez más jóvenes encuentran en él una inspiración para vivir su fe de forma activa, empática y contemporánea. En palabras de su madre: “Carlo no quería ser una fotocopia de otros, sino una versión original de sí mismo”.